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En plano general, Víctor García de la Concha, director del Instituto Cervantes, durante su intervención en la inauguración de la Cátedra Vargas Llosa que acogió la sede central del Instituto.

En plano medio, de izquierda a derecha, Fernando Savater, escritor y filófoso; Mario Vargas Llosa, premio Nobel de Literatura; y Víctor García de la Concha, director del Instituto Cervantes en la inauguración de la Cátedra Vargas Llosa que acogió la sede central del Instituto.

Fernando Savater inaugura la Cátedra Vargas Llosa. En plano medio, Juan Jesús Armas Marcelo, director de la Cátedra Vargas Llosa de la Fundación Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.

Fernando Savater inaugura la Cátedra Vargas Llosa. En plano americano, Fernando Savater, escritor y filófoso, durante su intervención en la inauguración de la Cátedra Vargas Llosa que acogió la sede central del Instituto.

Carlos Edmundo de Ory recibe un «Oleaje» en la sede central. En plano medio, algunos de los amigos del poeta que compartieron etapas importantes de su vida. Estos realizaron un “oleaje” al escritor, ya que De Ory siempre repetía que no aceptaría homenajes ni en vida ni después, sino en todo caso, “oleajes”, como los que contemplaba desde su ventana en el mar de Cádiz.

Carlos Edmundo de Ory recibe un «Oleaje» en la sede central. En plano medio, sentados en la mesa, de izquierda a derecha, José Manuel Caballero Bonald, poeta; José Ramón Ripoll, escritor y periodista; Laure Lacheroy, viuda de Carlos Edmundo de Ory; y Félix Grande, poeta. Estos realizaron un “oleaje” al escritor, ya que De Ory siempre repetía que no aceptaría homenajes ni en vida ni después, sino en todo caso, “oleajes”, como los que contemplaba desde su ventana en el mar de Cádiz.

Carlos Edmundo de Ory recibe un «Oleaje» en la sede central. En plano americano, en el podium, Víctor García de la Concha, director del Instituto Cervantes, ofreciendo las palabras inaugurales del «Oleaje» organizado en recuerdo de Carlos Edmundo de Ory. Al mismo asistieron amigos y conocidos del poeta, quienes realizaron un “oleaje” al escritor, ya que De Ory siempre repetía que no aceptaría homenajes ni en vida ni después, sino en todo caso, “oleajes”, como los que contemplaba desde su ventana en el mar de Cádiz.